El cirujano Harry Sherman, molesto por el exceso de brillos en el campo quirúrgico, que impedían discriminar los detalles anatómicos, pensó que la solución a sus problemas de visión era cambiar el blanco por otro color menos fatigoso. Y, recurriendo a la teoría del color, implantó en el quirófano el tono verde, complementario al rojo de la hemoglobina.
El verde neutraliza el brillo de la sangre, que se torna de un marrón apagado sobre él, evitando así el contraste sucesivo. El verde ayuda a ver mejor en la sala de operaciones, ya que es opuesto al rojo en el círculo cromático.
Esta es la razón funcional de que la ropa del personal sanitario de quirófano sea verde o, más recientemente, azul. Estos colores, que alivian y acogen, ejercen un efecto tranquilizante entre médicos y enfermos.
Otros cirujanos siguieron su ejemplo, sustituyendo el tradicional blanco por el verde o azul. Con estos colores no sólo se neutraliza, en buena medida, el brillo y contraste de la sangre, sino también se transmite la sensación de limpieza y asepsia, además de resultar tonalidades relajantes, permitiendo mantener la percepción en el quirófano.
Fuente: Ales.es
Comparte en: